LA ORDENACIÓN SACERDOTAL Y LA PRIMERA MISA

Acabado el terrible periodo de la Guerra Civil se empezó a recomponer la Iglesia diocesana, curia, parroquias… y a reunir a los seminaristas supervivientes, reanudando su formación y preparando a los diáconos para recibir las sagradas ordenes.

Y por fin llegó el día tan soñado por todo seminarista, la ordenación sacerdotal. ¡Alter Christus!

Podemos figurarnos con qué ansias y con qué fervor iban a recibir la ordenación sacerdotal los que se habían librado del martirio. D. Dámaso fue ordenado sacerdote el día 17 de septiembre de 1939 por D. Miguel de los Santos Díaz y Gómara, en la Santa Iglesia Catedral de Murcia.

D. Dámaso con sus padrinos, Manuel y Rosario García-Estañ, el día de su primera Misa. (12 de octubre de 1939)

Como lema de su ordenación sacerdotal escogió un texto del profeta Jeremías: “Llenaré de gracia el alma de los sacerdotes y mi pueblo se hartará de bienes” (Jr 31,14). Y este fue su gran ideal que compartió con su condiscípulo el siervo de Dios D. Diego Hernández: vivir la novedad de Cristo y ayudar a hacerla vida a seminaristas y sacerdotes, sabiendo, como diría Pío XII: “que ayudar, sostener o amonestar cariñosamente a un sacerdote es la obra más divina entre las divinas”.

El lema de su ordenación nos revela la pasión de su vida: la santidad sacerdotal.

D. Francisco Candel Crespo, Cronista de la Diócesis de Cartagena, escribió sobre la Primera Misa de D. Dámaso en un artículo del diario la Verdad de Murcia del 13 de abril de 2003: “Cantó su primera Misa en la Parroquia Arciprestal de Ntra. Sra. del Carmen de Murcia el día 12 de octubre de 1939 festividad de Ntra. Sra. del Pilar, se celebró en la antigua capilla de la Portería, debido al grave deterioro del templo parroquial, que durante los años de la Guerra había sido utilizado como almacén de aviación: Como altar para la celebración se trajo una mesa de la fábrica de embutidos Balibrea, que fue adornada del mejor modo posible y con la mejor voluntad del mundo. También se improvisó el púlpito, adornándose con banderas muy al gusto de la época. Asistieron al novel sacerdote dos curas muy beneméritos: D. Mariano Aroca López y Don Melchor Martínez Tudela, párroco y coadjutor del citado templo carmelitano, y predicó, con gran elocuencia, el joven profesor del Instituto Alfonso X el Sabio y profesor del Seminario, D. José Luján García (años más tarde canónigo Lectoral en la Catedral de Lérida). Fueron padrinos de la ceremonia el médico Manuel García Estañ y su hermana Rosario”.