Dña. María Zaragoza, Virgen Consagrada

Si he conocido sacerdotes verdaderamente enamorados de Dios, entre ellos destaca claramente la figura de D. Dámaso Eslava. Su humildad y sencillez en el trato, su cercanía con todo el que lo buscaba, su corazón de padre afable… atestiguan su pertenecía total a Dios.

Era un sacerdote que vivía y amaba el desprendimiento y la pobreza. Y no sólo daba en lo material sino que era él mismo el que se daba, desgastando su vida por amor a Cristo y al prójimo. 

Todo lo bueno que se puede encontrar en una persona se encerraba en D. Dámaso, porque su vida era fiel reflejo de la de Jesús: todo bondad y misericordia.