Si he conocido sacerdotes verdaderamente enamorados de Dios, entre ellos destaca claramente la figura de D. Dámaso Eslava. Su humildad y sencillez en el trato, su cercanía con todo el que lo buscaba, su corazón de padre afable… atestiguan su pertenecía total a Dios.
Era un sacerdote que vivía y amaba el
desprendimiento y la pobreza. Y no sólo daba en lo material sino que era él
mismo el que se daba, desgastando su vida por amor a Cristo y al prójimo.
Todo lo bueno que se puede encontrar en una
persona se encerraba en D. Dámaso, porque su vida era fiel reflejo de la de Jesús:
todo bondad y misericordia.