D. José Rodríguez Rodríguez, Sacerdote Diocesano

“Recuerdos de Don Dámaso”

Tuve la dicha inmensa de conocer y tratar a Don Dámaso durante ocho años, período en el que fue mi Director Espiritual. De toda esa experiencia señalo algunas ideas.

Destacaba en él una alegría y un optimismo sobrenatural. No había acontecimiento que turbara su ánimo, a lo sumo le hacía pensar durante unos segundos, tiempo tras el cual era capaz de descubrir las oportunidades de cada situación adversa. En no pocas ocasiones, sabía relativizar todas nuestras cuitas y zozobras con un sano sentido del humor, motivo por el cual tenía un don especial para consolar, una palabras suya era un fuerte acicate para seguir adelante.

Junto a esto, tenía un profundo discernimiento, que mostró en más de una ocasión. Al conocerle le expuso mis dudas sobre mi vocación, y a pesar de haber hablado apenas unas brevísimas palabras, me señaló su convicción al respecto. Enormemente sorprendido le señalé que no me conocía, a lo que él respondió que tenía mucha experiencia. Y era verdad, pero no se trataba de una experiencia cualquiera, sino de una experiencia desde Dios, desde la intimidad de Dios.

Además es indudable afirmar que todas sus virtudes procedían de su profunda comunión con Dios. Era una delicia verle al hacer su oración de la tarde en contemplación ante el Sagrario en la capilla de la Casa Sacerdotal. Notable era su sensibilidad ante el dolor que causan a Dios los pecados de los hombres, motivo por el que rezaba a diario el Vía Crucis, en reparación por muchos pecados.

Tampoco faltaba en él un notable celo pastoral. Se preocupaba notablemente por los sacerdotes y los seminaristas, así como de los que tenían inclinaciones y aún no habían entrado en el seminario. Inolvidables son los retiros en cualquier monasterio, en los que nos hablaba incesantemente del amor de Dios y de la dicha de ser hijos de Dios.

En otro aspecto, era encomiable su amor a la Iglesia y su espíritu de obediencia. Nos animaba siempre a obedecer a los superiores del seminario, aunque algunas de sus decisiones nos parecieran poco comprensibles humanamente hablando.

Mi experiencia es pobre y pequeña, otros compañeros le conocieron más años y con mayor intimidad, testimonios que se irán recogiendo. Simplemente he recordado su paso por mi vida como bendición de Dios de modo breve y sintético, para recuerdo de su memoria.